Creo que todos nos paramos a pensar en si hubiéramos tomado otras decisiones dónde nos hubiera llevado el rumbo de la vida.... yo me lo he preguntado muchísimas veces y sin lugar a duda volvería a tomar las mismas decisiones que me han llevado hasta este momento.

Crecí en una ciudad, estudié y me saqué la carrera de profesora de primaria. Compaginé mis estudios, trabajando como camarera durante muchos años. Conocí a Javier y cuando vinimos de vacaciones a Asturias nos dimos cuenta de que este sería nuestro futuro, nuestro hogar...

Los comienzos no fueron nada fáciles, estaba en un sitio nuevo, fuera de mi zona de confort y tratando de iniciarme laboralmente como profesora, pero en las primeras oposiciones que hice ya me di cuenta de que ese no era mi camino.

Ese fue un periodo difícil para mí ya que había invertido muchos años para esa profesión y no sabía si iba a poder hacer otra cosa.... Por suerte tengo a mi lado a un hombre que el lugar de ponerme limitaciones apoya hasta mis ideas más locas. Recuerdo ese día como si fuera ayer me dijo “¿y por qué no montas tu propio negocio?” A lo que yo respondí “¿de qué, yo no tengo ni idea de llevar un negocio propio? ¿no tengo ni idea de cómo se vive sin la tranquilidad de tener un sueldo al mes?” su contestación fue que si no lo probaba con 26 años que tenía nunca iba a ser el momento…. Y a partir de ahí nos pusimos a investigar y estudiar todas las opciones posibles. Hasta que nos encontramos con los aceites esenciales e hidrolatos y más tarde el Aceite de Avellanas.

Nos encontramos con ellos de casualidad, me llamó muchísimo la atención, el poder extraer las esencias de lo que nos rodea y empecé a estudiar e investigar muchísimo, me saqué el Máster en Fabricación de Productos Farmacéuticos y Afines, hacer cursos de destilaciones y empecé un camino totalmente nuevo para mí.

Aprendí a preparar la tierra, a sembrar, a cuidarlas, a podarlas, a recolectarlas, a diferenciar las posibles enfermedades que podrían tener, a diferenciar qué árbol es el avellano, cómo prensar para conseguir el aceite, en fin, tuve que aprender hacerlo todo, ya que nunca había pisado un campo.... Y .... descubrí un camino, porque para mí no es trabajo, es un camino tan bonito, que me permite primero estar en contacto con el medio que nos rodea, segundo extraer esencias y beneficiarme de todas las propiedades que nos ofrecen la naturaleza y tercero hacerles llegar nuestros productos a cada uno de nuestros clientes con total dedicación.

Tras varios años de preparación, era hora de que nos conocieran y la gente fuera partícipes de lo que hacemos aquí, al principio no sabíamos que nombre poner… y a mucha gente le puede sonar extraño… cuando compramos nuestra casa y fuimos arreglándola, siempre hemos ido dejando cosas que han formado parte de ella, desde su construcción en 1830, cosas que hemos ido encontrando como trozos de cerámicas de la época, botellas de cristal, herraduras, etc., todo lo hemos querido conservar, ya que es la esencia de nuestro hogar. Y por ello, que mejor manera de honrar nuestra casa, nuestro hogar que poniéndole el nombre de la casa desde sus orígenes a nuestro pequeño proyecto, Casa Ceto.

Es un trabajo duro, no os voy a mentir pero cuyo camino es muy gratificante, bonito y lo más importante puedo hacerlo con mi familia, aprovechando así el máximo de tiempo posible con ellos. Esperamos que este camino sea muy largo, estoy impaciente por ver que nos depara el futuro…

Con cariño,
Eloísa & Javier